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Golpearon a la puerta de mi alma
un grupo de letras que anhelaban un decir
argumentaban insistentes
que no encontraban el sonido
de decir aquellas cosas que solo un sentimiento es capas de reunir
estaban allí
sentadas en la puerta de mi cuarto
golpeando con mesura y un trozo de ternura
para ver si yo aceptaba mezclar los sonidos de su voz
describiendo el sentimiento que buscaban componer
para dar con una voz mas poderosa
que partiera la razón
abriendo en los duros de esta tierra
su podrido corazón
Cerré también mi alma negándoles entrar
un grupo de letra apiladas
con voces olvidadas
susurraban con rasguños a mi puerta
que la vida esta desierta si no existe comprender
un propósito glorioso
que nos lleve de su mano a pisar año tras año
los caminos de una vida
que se lleva entre ilusiones
nuestra exacta realidad
Combatimos por la tierra
defendemos nuestro hogar
disparamos, azolamos, trabajamos por lograr
estatus, poder, gloria y libertad
apretando nuestras manos
olvidamos entregar
sumergimos nuestro mundo en paredes brindadas por orgullo
contenemos transformando el corazón
en un músculo incapaz de abrir su voz
Hablamos a un Dios construido a nuestra forma
le rogamos protección negando nuestro techo
si el cuerpo esta cubierto de tormentas y de rayos
si saciados de alimentos descansamos en colchones rellenos de poder
todo el mundo parece a nuestros pies
mientras los conflictos ajenos no perturben
y el dolor sea solo un reflejo atrapado a la distancia
la voz de nuestra fe seguirá en la misma nada
y su eco vivirá retumbando las razones
apretar mejor las manos
que extenderlas y otorgar
Altiva la mirada disfrazada de todo y nada
sostenemos posesiones
que se quedan al momento de morir
luchando toda una vida sin saber que no podrán
seguirnos a la tumba
desechadas quedaran
¿Qué razón tiene acumular?
se preguntan esas letras sentadas a un costado de mi cuarto
murmurando si obtendrán la melodía
recordando que mi orgullo solo me hace pensar en mí
buscando una morada que me abrigue
olvide que el alma es quien debe reunir
suficiente fuego ardiente
que aun sin nada nos haga ser feliz
Le pedí al silencio que callara
y pude oír las letras murmurar
escuche a ese Dios que no me habla
reclamando la respuesta que pedí
sumergida la tenía junto a mí
las letras que golpeaban no esperaban mi respuesta
esperaban con paciencia que olvidara la batalla
que abriera yo mis puertas no impidiéndoles entrar
Mis letras
amantes sin reproche que aguardan a un costado de mi cuarto
esa melodía que mi alma no logra descifra
sumergido en errores la voz de Dios pasa y no se escucha
olvidando que la vida es un motivo de alegría
cuando nuestras manos ofrecen lo mejor
solamente si en el pecho atesoramos lo importante
de esos que se van con nosotros al morir
grabando lo que somos
Dios mira esas riquezas
allí sin posesiones, el valor es el sentir
las mismas que mis letras
me piden describir.
Luis Alberto Viera
jueves, 24 de abril de 2008
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