sábado, 20 de diciembre de 2008

Para ti…Jesús









Abrí mi mente y hallé una luz,

que brillaba y titilaba con el infinito

en mis adentros...

Gozaba de salud y de favores

se engrandecía mi alma

y sorbía espasmos de ilusión .



En cuanto miré hacia adentro...

lo vi

en su trono real , con el cetro precioso

indicando el Camino...

guiado por Verdades



Transformé mi intelecto

con su don inefable

y consumí...FÉ.



Cuando abrí mi alma , vi una luz

fulgurante y eterna

como estrella radiante

Eras Tú ...JESÚS

empapando mis días y mis noches soñadas

¡ Cuánto te debo...!



SUSANA RODRIGUES TUEGOLS

Copyright ©


¡ FELIZ NAVIDAD!!!!!!!!!!!

martes, 9 de diciembre de 2008

¡ Feliz Navidad !


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En esta Navidad yo
deseo regalar un poema
a toda la gente, esa que es buena,
la que trabaja toda su vida,
la que frecuentemente olvida
la fecha en que el Hijo de Dios
vino a salvarte a vos.
Para eso murió en la cruz
el que se llamó Jesús.
Por eso quiero que medites
en este hecho trascendental.
Dios nos cedió a su hijo
y nos lo dió sin temor.
Responde con mucho amor
y él te lo habrá de regresar.
¡ Feliz Navidad !


Oscar Néstor Galante.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Pensamientos.






Si ves amor en mi…
ese amor sale de ti.



Si ves a D’s en mi…
ÉL me mira desde ti.



Si ves el dolor en mi…
mi dolor duele dentro de ti.



Si te alegras por mi…
D’s se expresa dentro de ti.



Si tu me amas a mi
y yo te amo a ti…
tu alma está conmigo…
mi alma está contigo…
y D’s
con nosotros dos.



Humberto Silva Morelli
27/11/208






En el camino
(Vayetsé)



Todos tejemos la vida
con hilos de euforia.
Escala sobre tierra
afirmada en la gloria.
Sentimos al S'r…
sentimos amor…
y todo se olvida.
Vivimos…
pedimos…
atinamos…
erramos…
Pasan años
con ilusiones…
desengaños
y frustraciones.


¿ Dónde te has ido…
dónde has estado…
Señor?


No te he abandonado.
Estoy a tu lado…
hasta cuando has caído
he estado…
y no me has sentido.
No me has mirado.
No has tenido…
ojos para el amor.


Humberto Silva Morelli
07/12/2008

sábado, 6 de diciembre de 2008

I. LA APARICIÓN


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Cristo dijo que allí donde nos reuniésemos en su nombre, estaría Él en medio de nosotros. No es, pues, extraño que aquella noche misteriosa en que hablábamos de Él con unción cordial, de su inmensa alma diáfana, de su ternura grande como el universo, de su espíritu de sacrificio incomparable, del sabor místico de su caridad, que nos penetra y nos envuelve, Él se presentara de pronto, suavemente, en el corro.

Lejos de sorprendernos, su aparición divina nos pareció natural. Quizá no se trataba propiamente de una aparición; más bien le sentíamos dentro de nosotros; pero la realidad de su presencia era absoluta, imponente, superior a toda convicción.

En vez de turbarnos, experimentamos todos un bienestar infinito.

Cristo nos bendijo y, sonriéndonos, con aquella indecible sonrisa, nos preguntó:

—¿Qué deseáis que os dé antes de volver al padre?

—Señor —dijo Rafael—, deseo que me perdones mis pecados.

—Perdonados están —respondió Jesús, siempre sonriendo.

—Yo, Señor —dijo Gabriel—, ansío estar contigo...

—Pronto estarás —replicó Cristo amorosamente—. Y tú —me preguntó—, ¿qué quieres, hijo?

Iba a decirte algo de mi muerta; pero no sé por qué, al ver la expresión divina de su rostro, comprendí que no era preciso decirle nada; que los muertos estaban en paz en su seno, junto a su corazón, y que todas las cosas que sucedían eran paternalmente dispuestas o reparadas.

—Qué anhelas, hijo? —repitió Jesús, y yo respondí:

—Señor, ¿qué puedo anhelar, si todo está bien? Yo sólo deseo que se haga en mí tu voluntad...

Cristo me miró con ternura (¡qué mirada de éxtasis!); pasó su mano translúcida por mis cabellos...

Después se alejó sonriendo, como había venido.


Amado Nervo
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